Por: Luis Pablo Cóbar Benard
La historia que estoy por compartirles inicia hace unos cuatro meses, era un viaje normal para participar en un Moot de competencia organizado en el Perú de Libre Competencia, organizado por nuestros amigos del Estudio Bullard Falla Ezcurra + y la Universidad del Pacífico, estábamos más enfocados en explorar y agarrar experiencia, acompañados de una buena planificación y muchas ganas de dejar una buena impresión. Conformar en tan poco tiempo un equipo de estudiantes, fue un desafío no solo por el poco tiempo que había para conformar un buen plan, sino por la carencia legal y académica existente en Guatemala, al no haber ni Ley de Competencia, ni programas formales de Derecho de la Competencia en las universidades a nivel de grado. Sin embargo, logramos subir abordo a tres valientes y entusiastas jóvenes de la carrera de Derecho, Pilar Penagos, Oscar Fonseca y Carlos Martínez, quienes seguramente no tenían idea de la experiencia que estaban por vivir. Marcos Palma y yo fuimos los entrenadores del equipo.
La elaboración y presentación del memorial de demanda, con todo y sesiones intensivas de Derecho de la Competencia fue un reto a nuestros nervios y al trabajo en equipo, que se logró presentar a tiempo, aunque a solo segundos del límite. Con la mente puesta en el cercano viaje a Perú, clasificamos a las rondas orales y continuamos con el entrenamiento intensivo, diseño de estrategias y distribución de roles, en el que la meta era hacer un rol digno, aprender y al terminar las rondas preliminares, tener la oportunidad de conocer y deleitarnos con la ciudad de Lima.
Llegó la fecha del viaje y después de seis horas de vuelo, llegamos a nuestro centro de operaciones en Lima, cargados de ilusión y dispuestos a impresionar a nuestros rivales. Estábamos muy contentos de estar en una ciudad tan bonita, tan parecida a nuestra Guatemala, su gente amable y cálida, sus calles congestionadas y conductores locos, húmeda, fría, sus comidas mágicas que contentan el corazón, suelo del imperio Inca, cuna de arquitectura, ingeniería, astronomía y misticismo. No hay mejor manera de conocer una sociedad que a través de su gastronomía!
El caso planteado para el Moot era interesantísimo, versaba nada más y nada menos que sobre la posibilidad de someter a arbitraje controversias relacionadas con el Derecho de la Competencia, mediante una acción de clase. El planteado caso se refería a la aplicación de cláusulas contractuales entre particulares, por el uso de Meibeat, una aplicación similar a Uber, cuyos términos y condiciones aceptados por usuarios y conductores, incluían de manera amplia, la resolución mediante arbitraje de cualquier tipo de controversias relacionada con la prestación del servicio. Según el caso, la asociación de consumidores ASOMELCO habrían realizado sendas investigaciones, para reclamar un resarcimiento por daños y perjuicios, por el pago de sobre precios en las tarifas de transporte del mencionado aplicativo. La tesis del sobre precio se sustentaba en un supuesto acuerdo de precios entre los conductores, facilitado por la misma plataforma a través de su mecanismo de formación de tarifas dinámicas.
La mesa estaba servida para una interesante controversia, en la que cada equipo tenía que asumir la posición de demandante y demandado, y en función de ello, elaborar una estrategia legal y económica que sustentara sus casos, con cita de jurisprudencia internacional, y opiniones de autoridades. Se llegó el día de la inauguración del evento y acudimos con nuestra bandera chapina, nos tomábamos fotos con ella cada vez que podíamos, aprovechando cada situación, y así llegó el momento de presentarnos al primer debate. Con una mezcla de nerviosismo y temor, nuestros valientes jóvenes descubrieron un hecho importante, que realmente estaban preparados para dar batalla si se lo proponían, si se lo creían, y así fue. Conforme avanzaban los debates, nos fortalecíamos, mejorábamos la argumentación, perfeccionábamos nuestro caso y aprendíamos, y hablo en plural porque también fue mi primera experiencia como entrenador. De regreso a nuestro centro de operaciones compartíamos impresiones, al calor de los piscos que nos inspiraban, los chistes para elevar el ánimo, las fotos de los que se quedaban dormidos, compartíamos las comidas en la mesa, como una familia, creo que todo eso nos unió.
Viernes en la noche, en el auditorio de la Universidad del Pacífico a la espera de los resultados de los equipos que pasarían a la ronda de cuartos de final, estábamos tranquilos de haber hecho un gran esfuerzo, pero con pocas o nulas probabilidades de avanzar, conscientes de la enorme calidad de nuestros rivales, incluso ya habíamos hecho planes para cenar esa noche y pasear el sábado por el centro de Lima. Fue muy cómico cuando anunciaron a nuestro equipo avanzar a los cuartos de final, nos quedamos callados, con los rostros impávidos, y comenzamos a reírnos pues sabíamos que ello implicaba una nueva noche de desvelo, trabajo duro y olvidar nuestros planes de cena y paseo, ya que se habían introducido nuevos hechos al caso, como el otorgamiento de una medida precautoria y ciertos audios como indicios probatorios, que nivelaban la balanza entre las partes.
Luego de la batalla de cuartos de final, se repitió el ejercicio de acudir al Auditorio de la Universidad a esperar los resultados, esta vez convencidos que habíamos llegado al final de nuestra participación. Anuncian de nuevo que el equipo número siete guatemalteco se encontraba en semifinales, y de nuevo callados, no podíamos creerlo, estábamos haciendo historia! El primer equipo de Guatemala que participaba en esas justas estaba en semifinales, contra todo pronóstico. A esas alturas ya el resto de participantes sabía quiénes éramos. La semifinal estuvo durísima y pareja, sobre todo por el peculiar estilo del árbitro Fernando Cantuarias, que machacó sin piedad a los dos equipos. A pesar de eso, la historia nos mostró que teníamos una última batalla, luchar por la final, habíamos clasificado y teníamos una hora y media para preparar los interrogatorios para los peritos y argumentos finales.
Todos estábamos agotados física y emocionalmente, los muchachos un poco más, pero el momento había llegado y teníamos que dirigirnos al lugar del encuentro final. Basados más en nuestra experticia en argumentación jurídica, logramos plantear un sólido caso y me atrevo a afirmar que fuimos mejores que nuestros rivales, a quienes dedico enorme respeto, ya que el desempeño del equipo en la formulación del interrogatorio como en las argumentaciones, fue impecable. Sin embargo, esta vez la decisión favoreció al equipo número 17 local, quienes se coronaron campeones del Moot. Para nosotros que fuimos los entrenadores del equipo, fue difícil y emocionante, vivimos cada debate con los nervios en la mano, nos sentimos orgullosos de nuestros pupilos en todo momento, llegamos mucho más lejos de lo que nunca pensamos, fue una experiencia de vida.
Para describir la experiencia que vivimos en este viaje, voy a citar a un gran personaje, que ciertamente no fue ni economista ni jurista, pero que supo vivir la vida en forma apasionada, Anthony Bourdain (QEPD), quien dijo: «Viajar no es siempre bonito, viajar no es siempre cómodo. A veces duele, incluso llega a partir tu corazón. Pero no pasa nada, el camino te cambia… debería de cambiarte. Deja cicatrices en tu memoria, en tu conciencia y en tu corazón, y en tu cuerpo. Te llevas algo contigo, y con suerte dejas algo bueno en el camino.» Este viaje dejó algo en nosotros y esperamos haber dejado también una parte de nosotros en el bello Perú, la experiencia mágica del Cusco, la arquitectura cósmica de los Incas ancestrales, sus obras de arte textil, sus montañas imponentes, todo ello fue el rito de nuestra celebración. Esperamos volver el próximo año con más fuerza, y hacer de nuevo un gran papel en el Moot de Libre Competencia.
He titulado a este artículo trece grados de gratitud, pues según la explicación que nos brindó uno de nuestros guías de los paseos que tuvimos en Cusco, los muros y entradas de los tempos Incas eran construidos con trece grados de inclinación, para canalizar la energía de los sismos y lograr la trascendencia sus construcciones, como expresión del alto grado de avance en materia de ingeniería, astronomía y arquitectura que lograron. Nos sentimos profundamente agradecidos con nuestros amigos y hermanos peruanos que apoyaron nuestra participación en el Moot, el próximo año iremos por la revancha!
Viajar nos cambia, mientras nos movemos por esta vida, podemos hacer que las cosas sean diferentes, aunque sea un poco, marcar las almas de los demás, así como esta experiencia sin duda ha marcado las nuestras.
[…] participar. Para un testimonio de primera mano sobre el concurso, les recomiendo la entrada “Trece grados de gratitud” de Luis […]